En 2024-2025, el cartón de 30 huevos se vende entre L 60 y L 100, el precio más bajo de la región. Un fenómeno que combina superávit productivo, demanda moderada, costos eficientes y control estatal.
Mientras en buena parte de Centroamérica los consumidores enfrentan alzas constantes en la proteína más accesible de la dieta, en Honduras el cartón de huevos se mantiene en niveles inusualmente bajos. En los mercados de Tegucigalpa y San Pedro Sula, el precio oscila entre 60 y 100 lempiras, según el tamaño y la zona. Las autoridades de Protección al Consumidor afirman que ningún otro país centroamericano vende el huevo tan barato.
El dato sorprende por su estabilidad. En un contexto de inflación alimentaria y crisis logística global, Honduras logró sostener un precio competitivo que beneficia directamente a los hogares de ingresos medios y bajos, donde el huevo representa una de las principales fuentes de proteína.
Una producción que supera la demanda
El primer factor detrás de este fenómeno es la enorme capacidad productiva del sector avícola nacional. Honduras genera alrededor de 1.839 millones de huevos al año, frente a una demanda interna estimada en 1.400 millones. Esa diferencia permite mantener el mercado abastecido e incluso disponer de excedentes exportables.
Las granjas se concentran en el Valle de Sula, especialmente en San Pedro Sula, Villanueva y San Francisco de Yojoa, donde la integración vertical y la mecanización de procesos redujeron los costos unitarios. A diferencia de otros países de la región, donde el huevo depende en parte de importaciones o redes más fragmentadas, Honduras tiene una cadena nacional consolidada, que abastece de manera continua los principales mercados.
Consumo moderado, equilibrio perfecto
A diferencia de México o Panamá, donde el consumo anual supera los 200 huevos por persona, en Honduras el promedio ronda los 130 huevos. Esa diferencia de casi 40 % en la demanda per cápita contribuye a mantener la presión sobre la oferta en niveles bajos.





El resultado es un equilibrio estable: mucha producción, consumo moderado y una estructura de costos que permite sostener precios bajos sin que los productores enfrenten pérdidas significativas. La elasticidad del mercado es alta: los consumidores no incrementan el consumo de forma explosiva ante precios bajos, y eso evita escasez o especulación.
Tecnología y eficiencia en las granjas
Durante la última década, la avicultura hondureña modernizó sus procesos. Las granjas grandes integraron control ambiental, alimentación automatizada y clasificación industrial del producto. Esa inversión se tradujo en mayor productividad y menores costos.
La eficiencia logística también juega un papel decisivo. La proximidad entre zonas productoras y centros urbanos reduce los costos de transporte y almacenamiento. En otros países, como Guatemala o Costa Rica, la geografía y la fragmentación del mercado elevan el costo por unidad antes de llegar al consumidor final.
Además, el huevo hondureño no enfrenta barreras arancelarias internas ni dependencia de intermediarios con poder de mercado, lo que mantiene los márgenes ajustados.
Vigilancia estatal y estabilidad de precios
La Dirección General de Protección al Consumidor (DGPC) mantiene desde 2023 un monitoreo continuo sobre el precio del huevo, el pollo y el maíz. Su objetivo es evitar incrementos injustificados y controlar la especulación en intermediarios.
Esa política, aunque limitada en su capacidad sancionatoria, ha funcionado como un factor disuasivo. El mercado sabe que cualquier alza abrupta puede provocar intervención o fiscalización, lo que ayuda a sostener precios estables en los puntos de venta populares y ferias del consumidor.





La coordinación entre el gobierno y los productores también ha sido clave. En lugar de imponer topes, las autoridades promueven acuerdos de precios razonables y garantizan abastecimiento en épocas de alta demanda, como Semana Santa o diciembre.
Comparación centroamericana
Traducido a dólares, el cartón de 30 huevos en Honduras cuesta entre 2,70 y 3,75 USD, según el tipo y el punto de venta. En Guatemala, el mismo cartón ronda los 4,50 USD; en El Salvador, 4,80 USD; en Nicaragua, 5,00 USD; y en Costa Rica supera los 6,00 USD.
Esa diferencia de más del 30 % en promedio convierte a Honduras en el país con el huevo más barato de Centroamérica. Los factores estructurales son evidentes: abundancia de oferta, bajos costos de transporte, consumo estable y vigilancia estatal. Pero también influyen variables externas como la menor inflación de alimentos y la competitividad cambiaria del lempira frente al dólar.
El precio bajo no significa ausencia de riesgos
Sin embargo, detrás de esta ventaja hay señales de alerta. Para los productores medianos, mantener márgenes sostenibles en un entorno de precios bajos no es sencillo. Los insumos para la alimentación de las aves —maíz y soya— dependen de las importaciones y del tipo de cambio. Si el lempira se deprecia o los precios internacionales suben, el equilibrio podría romperse.
Al mismo tiempo, un mercado sobreabastecido puede generar presión a la baja en los precios al productor, reduciendo incentivos para invertir en tecnificación o bioseguridad. Ese riesgo se agrava en zonas donde los costos logísticos son más altos o el acceso al financiamiento es limitado.
Por otro lado, la falta de diversificación comercial impide absorber excedentes mediante exportaciones sostenidas. Aunque Honduras tiene capacidad para vender a mercados vecinos, los flujos son irregulares y dependen de coyunturas puntuales, como crisis de abastecimiento en El Salvador o Nicaragua.





Los factores que pueden cambiar el escenario
Para mantener su posición competitiva, el país deberá gestionar varios desafíos simultáneamente:
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Asegurar insumos estables. El precio internacional del maíz y la soya determinará buena parte de la ecuación productiva.
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Fortalecer la exportación regional. Convertir los excedentes en un flujo estable de ventas externas ayudaría a sostener el margen.
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Apoyar a pequeños productores. La tecnificación y el acceso al crédito son esenciales para evitar concentración del mercado.
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Estimular el consumo interno. Programas nutricionales o de alimentación escolar podrían incrementar la demanda sin tensionar los precios.
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Mantener transparencia. El monitoreo estatal debe continuar, pero con mecanismos de información más abiertos que generen confianza en productores y consumidores.


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Un equilibrio que define a la economía hondureña
El huevo barato no es solo una curiosidad de mercado: es un espejo de la estructura económica del país. Honduras logró una combinación de producción abundante, demanda moderada, costos bajos y regulación que, por ahora, juega a favor de los consumidores. Pero ese mismo equilibrio es frágil.
La economía hondureña, con un crecimiento moderado y dependencia de importaciones agrícolas, necesita cuidar su ventaja alimentaria. Si los costos externos se disparan o si el sector pierde competitividad, los precios podrían subir tan rápido como bajaron.
Hoy, el huevo es el símbolo de un país que, pese a las dificultades, logró mantener uno de los precios alimentarios más estables de la región. Pero también es una advertencia: mantener barato lo básico exige una política económica inteligente, sostenida y vigilante. Lo que hoy parece una ventaja coyuntural podría convertirse mañana en un desafío estructural si la industria no se moderniza y diversifica a tiempo.







