Ante producción cercana al consumo mundial, la Organización Internacional de Café, OIC, busca mercados asiáticos para sostener el equilibrio del sector.
San Pedro Sula. Asia, fábricas de consumidores de café: “hay que insistir y motivar a los asiáticos a que consuman más café”, proclama Vanusia Nogueira, directora de la OIC. En la 140.ª Asamblea del Café en Honduras, anuncia que el destino de los precios y el futuro de los cafetaleros podrían depender de mercados lejanos.
Una OIC con mirada global
Vanusia Nogueira, directora ejecutiva de la Organización Internacional del Café (OIC), presidía la 140.ª Asamblea del Consejo Internacional del Café en San Pedro Sula cuando lanzó su ofensiva comercial hacia Asia. Dijo que si China e India se convierten en grandes consumidores, “los precios y el balance van a quedar más interesantes si los precios siguen como están”.
La OIC sostiene que el nivel de producción de café hoy está muy cerca del nivel de consumo en todo el mundo, a pesar de las condiciones climáticas extremas que golpearon a las principales regiones productoras. Nogueira recordó que huracanes, heladas o sequías han marcado una década de vaivenes para el sector.
Del clima a la demanda: la tensión entre oferta y consumo
“Acá en Centroamérica tuvimos los huracanes y en Brasil heladas… estamos teniendo muchos desafíos, pero el consumo sigue creciendo, principalmente en Asia y Medio Oriente”, dijo Nogueira. Esa afirmación refleja el núcleo del planteo: el segmento asiático se perfila como motor de la nueva demanda.
Según ella, los productores están recibiendo una “remuneración justa”, que permite que los hijos de las familias cafetaleras no abandonen las fincas en busca de trabajo urbano. Ese vínculo entre precio justo y arraigo rural aparece como uno de los pilares morales de su discurso.





Obstáculos internos que pesan más que la geografía
La ruta hacia nuevos mercados no es sencilla. Nogueira admitió que existen “desafíos locales de cada país”: problemas de acceso, falta de conectividad y dificultad para trasladar cosechas. Explicó que muchas zonas rurales están a cientos de kilómetros sin internet o infraestructura básica.
Además, la OIC está mapeando las principales debilidades de los sistemas cafetaleros locales para aportar proyectos que “cierren las brechas”.
Entre los retos identificados:
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Caminos en mal estado, imposibles de transitar en épocas de lluvia
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Falta de redes digitales y servicios de comunicación rurales
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Eslabones dispares en las cadenas locales que dificultan transferir precios al productor
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Déficit de modelos escalables para adaptar soluciones locales


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Para Nogueira, “la decisión de cómo armar el sistema local depende de los actores locales”, y la OIC solo puede mostrar ejemplos funcionales en otros países.
Brasil como espejo y audaz esperanza
Brasil, el mayor productor mundial de café, entra en el discurso como ejemplo y desafío. Nogueira espera que el año próximo la cosecha sea mayor, aunque reconoció que todo dependerá de las condiciones climáticas. Si hay demasiadas lluvias o calor extremo, las expectativas pueden quedar truncadas.
El planteo busca mostrar que incluso los gigantes del café no están exentos de riesgos. Si Brasil falla, la presión sobre precios y oferta global tiende a aumentar. En ese contexto, ganar terreno en Asia se vuelve aún más urgente para diversificar la demanda.
Café, pasión familiar y longevidad de las fincas
La emoción se hizo visible cuando Nogueira recordó que es “parte de la quinta generación de una familia de cafetaleros en Brasil. El café para mí es pasión, más que todo”. Esa frase, íntima y vulnerable, puebla el discurso político de la OIC con el temperamento de la vocación ancestral.
Su estrategia no es solo comercial: es también simbólica. Aspira a que los jóvenes permanezcan vinculados a la industria, que las fincas no se abandonen, y que el café siga siendo proyecto de vida. El precio justo no sería solo remuneración, sino también promesa de continuidad rural.
El pulso entre lo global y lo local
La OIC reúne representantes de 77 países de América, Asia y África. En la Asamblea se discuten agendas de cooperación, alternativas para cerrar brechas y adaptaciones a realidades específicas. Nogueira enfatiza que “no hay una solución única para todos; tenemos que manejar el tema uno a uno”.





La estrategia es ambiciosa: persuadir a Asia, apuntalar Brasil, fortalecer la infraestructura local y promover precios justos. La balanza entre mercado global y solución local gira en torno a esa tensión. Si lo logran, pueden marcar el rumbo del café durante la próxima década.







