Tegucigalpa. A dos meses de las elecciones generales en Honduras, los indicadores económicos proyectan un país que crece a fuerza de remesas, subsidios y consumo, pero con serios déficits estructurales en inversión, empleo formal y competitividad. La economía muestra síntomas contradictorios que los principales candidatos prefieren no detallar: mientras la construcción y el café viven un auge puntual, la inversión extranjera sigue estancada, el crédito bancario se enfría y el dólar se fortalece más allá de lo previsto. Gobernar Honduras en 2026 será gestionar el desequilibrio.
La economía camina, pero con muletas
Honduras no está en recesión. De hecho, los datos del Banco Central y del Fondo Monetario Internacional proyectan un crecimiento económico moderado de 3.8 % en 2025, apoyado en tres grandes pilares: remesas históricas, subsidios energéticos y exportaciones agrícolas, especialmente el café.
Pero esos pilares son frágiles o transitorios. Por ejemplo, las remesas superarán los USD 10,000 millones este año, un 25 % más que en 2024, impulsadas por la incertidumbre migratoria en EE. UU. (el llamado “efecto Trump”), pero ese crecimiento no es sostenible. Del otro lado, los subsidios al combustible, electricidad y gas superan los L 6,800 millones, lo que representa una presión fiscal creciente para 2026. Y aunque las exportaciones de café generaron USD 2,147 millones en esta cosecha, el precio internacional sigue siendo volátil.
El próximo gobierno —ya sea de continuidad o de oposición— no podrá evitar el dilema: o recorta estos apoyos y enfrenta malestar social, o los mantiene y compromete el equilibrio fiscal.
Nasry “Tito” Asfura (Partido Nacional)
Su campaña se apoya en la “eficiencia en gestión municipal” y promesas de reconstrucción de infraestructura, atracción de inversión y estabilidad macroeconómica. Sin embargo, no ha detallado cómo enfrentará la caída en las utilidades bancarias, el alza del dólar ni los posibles recortes del FMI. Propone una alianza público-privada para reactivar empleo, pero evita discutir el tamaño del gasto público o los subsidios.
Punto fuerte: puede capitalizar el auge en construcción y presentarse como gestor.
Punto débil: representa continuidad de modelos de deuda e infraestructura que ya fueron cuestionados.





Salvador Nasralla (Partido Salvador de Honduras)
Su discurso se enfoca en transparencia, combate a la corrupción y mejora del ingreso familiar. Promete reformar los subsidios para hacerlos “más justos” y modernizar el Estado para atraer inversiones. Propone exoneraciones para microempresas y uso de tecnología para bajar costos del gobierno.
Punto fuerte: discurso limpio frente a la clase política tradicional.
Punto débil: su plan económico carece de profundidad técnica y no ha aclarado cómo financiará sus propuestas.
Rixi Moncada (Libre, oficialismo)
Es la carta de continuidad del oficialismo. En sus intervenciones plantea defender los programas sociales, mantener subsidios y promover una banca estatal de desarrollo. Defiende los acuerdos con el FMI, pero ha insinuado que buscará renegociar términos si afectan “la soberanía económica”.
Punto fuerte: se apalanca en los datos de inflación controlada y respaldo del FMI.
Punto débil: deberá responder por la caída de la inversión privada, el encarecimiento del crédito y la pérdida de utilidades bancarias.
Café, construcción y remesas: ¿bonanza o espejismo?
El sector cafetalero salvó el año exportador: con ingresos récord, el café se posicionó como el mayor generador de divisas. Pero esto no significa que el agro esté fortalecido en su conjunto: maíz, frijol, arroz y otros cultivos básicos siguen siendo dependientes de importaciones o asistencia.
Algo similar ocurre en la construcción urbana, que creció 11.1 % en el segundo trimestre de 2025, con epicentro en Tegucigalpa, San Pedro Sula y Choloma. Sin embargo, se trata principalmente de vivienda privada, no infraestructura estatal ni obras públicas. Es decir, no se está generando empleo a gran escala ni movilidad social duradera.





Finalmente, las remesas: son el motor de consumo, construcción y ahorro familiar, pero no están generando un ecosistema productivo local. La economía hondureña crece hacia afuera, no desde adentro.
Lo que nadie discute en campaña: deuda, dólar e inversión
A pesar de las cifras favorables en algunos sectores, la inversión extranjera directa crece solo 5.7 % y se basa en reinversión de utilidades más que en nuevos proyectos. El país sigue enfrentando barreras logísticas, trabas burocráticas y un ambiente de inseguridad jurídica.
Por otro lado, el tipo de cambio superó los 26 lempiras por dólar, generando preocupación en sectores importadores. Esta depreciación, si continúa, impactará precios internos, aumentará el costo de vida y obligará a revisar subsidios.
Ninguno de los candidatos ha hecho propuestas concretas para estabilizar el tipo de cambio, diversificar las exportaciones ni mejorar el clima para inversiones de largo plazo.
¿FMI, sí o no?
Honduras logró un nuevo acuerdo técnico con el FMI, que permitirá el desembolso de USD 155 millones. Este respaldo internacional valida la política macroeconómica, pero impone condiciones fiscales que podrían entrar en tensión con las promesas electorales.
Moncada lo celebra como una muestra de solvencia; Asfura lo considera una herramienta útil si se maneja con eficiencia; Nasralla sugiere que debe ser renegociado para tener un rostro más social.





El problema es que nadie ha dicho cómo se hará espacio fiscal para cumplir con el FMI sin afectar programas sociales, ni cómo se enfrentará la inevitable presión de subir tarifas, revisar exoneraciones o enfrentar el pago de deuda.
Riesgo externo: ¿y si caen las remesas?
La Cámara de Representantes de EE. UU. discute un impuesto a las remesas del 3.5 % al 5 %. Aunque no está aprobado, la posibilidad ha generado alarma: si se aprueba, el flujo de dólares podría caer, con efecto inmediato en consumo, tipo de cambio y recaudación.
Ninguno de los candidatos ha planteado alternativas para diversificar el ingreso de divisas: ni turismo, ni exportaciones no tradicionales, ni reactivación de zonas francas aparecen en los programas económicos.
Gobernar en la cuerda floja
Quien gane la presidencia el 30 de noviembre enfrentará una economía que se sostiene por cables externos: remesas, precios agrícolas internacionales y subsidios fiscales que ya no resisten más. El margen de maniobra será estrecho y el tiempo limitado.
Enfrentar la inflación sin recortar gasto. Atraer inversión sin romper pactos sociales. Defender el lempira sin subir tasas que asfixien el crédito. Ninguno de estos dilemas tiene solución fácil ni inmediata.
El futuro económico de Honduras se juega, en buena medida, en estas elecciones. Pero también en la honestidad con que los candidatos reconozcan los límites del modelo actual y la urgencia de una transformación que ya no puede seguir postergándose.












