El crecimiento de cafeterías premium en ciudades como Tegucigalpa y San Pedro Sula genera empleos que no logran cubrirse por falta de formación técnica. El consumidor hondureño empieza a pagar más por una experiencia de calidad, pero el país carece aún de suficientes profesionales del barismo.
El aroma del café ya no es solo una tradición en las mañanas hondureñas. En Tegucigalpa, San Pedro Sula, Copán y La Ceiba, el consumo de café de especialidad ha dejado de ser una tendencia de nicho para convertirse en un fenómeno urbano. Cafeterías con carta de origen, métodos como V60, Chemex o prensa francesa, y ambientes diseñados para una clientela exigente, han tomado impulso en los últimos cinco años. Sin embargo, el país enfrenta una brecha crítica: la falta de baristas capacitados para sostener esta industria en expansión.
Un sector que crece sin suficientes manos expertas
La apertura de cafeterías especializadas ha sido constante. En Tegucigalpa destacan espacios como Café Nativo, IHCAFE Coffee Shop, Caffetano y Coffee Lab, mientras que en San Pedro Sula se consolidan Welchez Café, Cafeto, y recientemente Starbucks, que ya cuenta con dos locales operativos en esa ciudad y proyecta su ingreso a Tegucigalpa en 2026.
En La Ceiba, cafeterías como Cafeto, mantienen viva la cultura del café artesanal. En Copán, Café San Rafael y Kaldi’s Koffee han convertido la tradición cafetera en una experiencia gourmet. Este auge, sin embargo, ha revelado una dificultad estructural: la escasez de personal técnico con formación barista profesional.
Aunque cada vez más jóvenes se interesan por el oficio, la capacidad de las escuelas y centros de formación no cubre la demanda actual. Muchas cafeterías han optado por entrenar internamente a su personal, pero eso supone una inversión que no todos los negocios pueden asumir. La mayoría de los cursos disponibles tienen cupos limitados y listas de espera.
Un oficio técnico con alto potencial laboral
Ser barista ya no es sinónimo de empleo informal o transitorio. En el contexto actual, se trata de una carrera técnica en crecimiento. En ciudades como San Pedro Sula y Tegucigalpa, el salario de un barista capacitado puede superar los L 15,000 mensuales, sobre todo en cafeterías especializadas, hoteles de lujo o cadenas internacionales. Para quienes dominan un segundo idioma o tienen experiencia en competencias, las oportunidades incluso trascienden las fronteras.





La creciente demanda de un consumidor dispuesto a pagar más por calidad también ha transformado las condiciones de trabajo. A diferencia del modelo tradicional de cafetería, los nuevos establecimientos ofrecen horarios más estables, capacitación continua y posibilidad de crecimiento profesional.
Formación y calidad: el verdadero desafío
Frente a este panorama, la necesidad de fortalecer la formación técnica en café de especialidad se vuelve urgente. Algunas cafeterías con más locales, como Caffetano y Espresso Americano, han desarrollado programas internos para preparar a su personal, mientras que espacios como Varietal en Valle de Ángeles e IHCAFE Coffee Shop funcionan como semilleros para baristas emergentes.
En varios de estos espacios, los cursos intensivos —como los conocidos “barista bootcamps”— se agotan con semanas de anticipación. Aun así, la cantidad de egresados no alcanza para cubrir los nuevos puestos de trabajo generados por el crecimiento del sector.
El mercado hondureño está empezando a asumir el valor del café como experiencia cultural y técnica. En cafeterías de alto perfil, un café filtrado puede costar entre L 80 y L 120, mientras un espresso calibrado correctamente ronda los L 70, muy por encima del precio promedio en cafeterías convencionales.
Una industria con potencial aún no consolidado
Honduras no solo es uno de los mayores exportadores de café de Centroamérica: ahora también quiere convertirse en un país consumidor de calidad. Pero para lograrlo, necesita profesionales capaces de representar esa cadena de valor en la taza final.
La falta de baristas formados amenaza con convertirse en un cuello de botella para una industria que ya muestra señales de madurez. Si el país logra cerrar esa brecha, el café de especialidad no solo será un producto de exportación, sino también una fuente de empleo digno, innovación y orgullo nacional.












