Tegucigalpa, Honduras. En las regiones montañosas de Copán, Lempira y Santa Bárbara, se cultiva un producto que es mucho más que una commodity: es el motor que impulsa cerca del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) de Honduras y el sustento de miles de familias. Hablamos del café, un grano de la aclamada variedad arábica que, gracias a su cuerpo medio, sabor afrutado y acidez brillante, se ha posicionado estratégicamente para satisfacer la creciente y sofisticada demanda del mercado global, desde el espresso más intenso hasta el cold brew de moda. La versatilidad del café hondureño no es una casualidad, es la clave de su supervivencia económica y su puerta de entrada al lucrativo segmento de cafés de especialidad.
El dominio de la variedad Arábica y la conexión con el consumo masivo
Honduras se erige consistentemente como uno de los principales exportadores de café de alta calidad en Centroamérica. Su perfil sensorial, caracterizado por notas florales y de chocolate en las alturas, lo hace excepcionalmente adaptable a las preparaciones que dominan las cafeterías del mundo. El productor hondureño ha encontrado un nicho de crecimiento ineludible en la diversidad de la taza.
Para entender el éxito del grano hondureño, es necesario trazar su recorrido por los paladares más populares a nivel internacional:
- Espresso: La base de todas las bebidas modernas. Un café concentrado que exige intensidad y una buena crema. El café hondureño, con su cuerpo bien balanceado, es cada vez más usado para crear shots de especialidad, particularmente en Europa y Estados Unidos, donde la pureza del origen es premiada.
- Latte: Una combinación suave de espresso y abundante leche vaporizada. La dulzura natural de los granos cultivados en Honduras —a menudo con matices a caramelo— realza el equilibrio sin ser opacado por la leche, convirtiéndolo en un favorito de las cafeterías urbanas.
- Cappuccino: El clásico italiano. Similar al latte, pero con una proporción equitativa de espresso, leche y espuma. Granos de regiones como Marcala son ideales, ya que sus ligeras notas de cacao se fusionan a la perfección con la textura aterciopelada de la espuma.
- Americano: Un espresso diluido con agua caliente. Su consumo masivo en Norteamérica demanda un café que mantenga su carácter al rebajarse. La acidez brillante y limpia del café hondureño le permite conservar su personalidad distintiva en esta popular preparación.
- Flat White: De origen australiano/neozelandés, es una bebida más intensa que el latte, utilizando un doble espresso y menos leche para una textura sedosa. Los granos hondureños de altura, con su complejidad de sabor, son altamente valorados para este formato, símbolo de la cultura specialty.
- Cold Brew: El rey de las bebidas frías. Este método de infusión lenta y en frío (12-24 horas) produce un café naturalmente más dulce y con menos acidez. Las notas frutales del café hondureño son la materia prima perfecta para esta tendencia que domina el consumo joven y los climas cálidos.
- Mocha: Un latte con jarabe de chocolate. Los perfiles de sabor que naturalmente tocan el cacao en el café hondureño lo convierten en un ingrediente estrella para esta bebida indulgente.
La versatilidad del café hondureño lo hace intrínsecamente competitivo. Con exportaciones que superan consistentemente los 6 millones de sacos y una presencia firme en mercados clave como Alemania, Japón y EE. UU., los productores de Copán, Lempira y Santa Bárbara no solo están enviando sacos de café al extranjero. Están enviando experiencias de sabor que se adaptan a las tendencias más rentables del consumo global. En última instancia, es la capacidad de un simple grano arábica para transformarse en un Flat White o un Espresso de alta calidad lo que asegura que el café hondureño siga siendo el pilar inquebrantable de la economía nacional.







